A continuación, algunos testimonios y un pequeño vídeo sobre la experiencia en la Pascua diocesana de este año.
¡Cristo vive! … Y quiere vivir en ti.
Con este alegre mensaje de esperanza terminamos la Pascua familiar, que hemos celebrado un año más en el Seminario de Valladolid. Para ser sincero, este año acudía a esta Pascua con muy poco ánimo, muy cansado y estresado tras unos meses especialmente duros en el trabajo. Un estado de ánimo similar al que podían tener Cleofás y su amigo, camino de Emaús. Y como a ellos, Jesús también ha querido este año “explicarme las escrituras”, en este caso por boca de Mons. Luis Arguello que nos ha acompañado a lo largo de todo el triduo pascual. Sus meditaciones y homilías en las celebraciones litúrgicas, han sido una gran ayuda para profundizar en los misterios pascuales, uniendo el dramatismo de la pasión y muerte de Cristo, con la alegría y la esperanza de la resurrección del Señor.
Otros momentos de especial intensidad han sido las oraciones nocturnas, tanto la hora santa del jueves con la presencia de Cristo Eucaristía, como la adoración de la cruz el viernes. El ambiente de recogimiento y oración, la música, la lectura pausada de los textos evangélicos, el silencio… sobre todo el silencio tanto exterior como interior, que permite que las palabras de Cristo resuenen en el corazón, y nos ayuden a identificarnos con sus sentimientos. El silencio, que nos ayuda a escuchar al mismo Cristo que nos dice, “he entregado mi vida por ti, para alcanzarte la salvación y regalarte la vida eterna. Sígueme y verás”.
La convivencia con otras familias es otra de las grandes alegrías que encontramos en estos días. Los niños encuentran amigos con los que jugar y disfrutar todos los momentos libres. Los adolescentes encuentran chicos y chicas con sus mismas inquietudes y problemas, con los que pueden compartir y vivir su fe. La labor de los monitores es fundamental para que nuestros hijos disfruten estos días y los adultos, descansemos y podamos participar en los diferentes actos, con la tranquilidad de no tener que ocuparnos de los niños. Así que, ¡¡¡muchas gracias a todos los monitores!!!
Para acabar quiero agradecer especialmente a Elena, Ricardo, Mónica, Fernando, Juan y todos los seminaristas que nos han acompañado estos días, su excelente acogida en el Seminario de Valladolid, así como todo el trabajo y esfuerzo que han dedicado a la organización de esta Pascua. Gracias a ellos, niños, jóvenes y padres, hemos podido vivir estos días Santos de una manera muy especial y acorde con la situación de cada uno. Espero que os queden fuerzas para que el año próximo podamos encontrarnos de nuevo!!!
José Luís Bosque
Un seminarista puede vivir el Triduo Pascual de muchas maneras. Este año lo he vivido rodeado de familias que querían reunirse para celebrar intensamente estos días tan señalados.
Mi experiencia ha sido muy positiva. Realmente no era la primera vez y, por tanto, he podido comprobar, una vez más, que las familias salen muy contentas y verdaderamente agradecidas por poder compartir la fe y tantos momentos de oración con otras familias, con sacerdotes y seminaristas. Destacaría, especialmente, los tiempos de oración de la noche, tanto la Hora santa del jueves, como la adoración de la Cruz del viernes y la Vigilia de Resurrección, como los momentos que más han ayudado. De ordinario no es fácil tener estos ratos de oración nocturna y creo que en esta Pascua se han cuidado particularmente para bien de todos los que estábamos. Por otro lado, también destacaría la implicación de los jóvenes en las diversas actividades de la Pascua y la posibilidad que han tenido para compartir esos días con chicos y chicas de su edad, con sus mismas dificultades a la hora de vivir la fe.
En definitiva, esta Pascua familiar ha supuesto para mí un pequeño oasis, una parada en medio de la vorágine del curso muy necesaria para vivir en profundidad el misterio de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo.
Marcos
