El año 2020 quedará grabado en nuestros corazones. Un año en el que se ha puesto de manifiesto la fragilidad del ser humano ¡nosotros que pensábamos que éramos invencibles, que teníamos todo en la vida, y de repente… plas, se paraliza el mundo!
Y este año, ante la Sagrada familia de Nazaret, presentamos a nuestros mayores, a nuestros ancianos, que tan duro han sido castigados este año… de forma silenciosa.
Por la soledad, el miedo, la desesperanza, la desconfianza, la tristeza… ponemos todo esto ante los pies del niño Dios, que es Luz, esperanza, Paz, Alegría.
Los abuelos son un tesoro, nuestro tesoro, y no podemos quitárselo a las nuevas generaciones. El mismo Dios nos dice: “álzate ante las canas, y honra al anciano” Honra al anciano, cuídale, acompáñale, mímale… aunque esté enfermo, aunque pierda el juicio. Estate junto a él. Que tus hijos estén con ellos. ¡Porque los abuelos deberían ser eternos y dejan huellas en el corazón de los niños que perduran para siempre! Y ya de adultos seguimos recordando y teniendo presentes a esa abuela que te enseñó la oración de “Bendita sea tu pureza” o la de “Dios mío me pongo en tus manos”. A la que te enseño a hacer ganchillo, o ese bizcocho tan rico… Dejan huella, una gran huella.
Cuidémoslos. Y más ahora, que han sufrido mucho especialmente en el confinamiento y ahora no pueden juntar a sus hijos junto a una mesa como quisieran. Busquemos modos concretos para vivir este cariño y veneración. Sirva de ejemplo la campaña lanzada por el dicasterio de Laicos familia y vida, “cada anciano es tu abuelo“, invita a utilizar la fantasía del amor, llamar por teléfono, por videollamada… y ESCUCHAR, un escuchar con mayúsculas, desde el corazón.
Pongamos a nuestros mayores ahí, ante el pesebre. Que sea lugar de encuentro con los que han partido hacia la casa del Padre que este año gozarán de una Navidad privilegiada, en primera fila, junto al Señor…
Feliz Navidad y Santa Navidad a todos. Y demos Amor, compañía , esperanza a nuestros mayores. ¡Porque cada anciano es tu abuelo!