Crónica de la Fiesta de la Visitación 2019

El 31 de mayo, se celebró, por séptimo año consecutivo en la diócesis de Valladolid, la Fiesta de la Visitación con una “Vigilia de Acción de Gracias por la vida, con bendición especial a los mayores”.

Organizada por la Delegación de Familia y Vida, con Evangelium Vitae y Vida Ascendente, congregó a varios cientos de fieles. En representación del Arzobispo, fue presidida por el Rvdo. D. Heliodoro Ruiz, Consiliario de dicha Delegación.

En su Homilía, recordó que el ejemplo de la visita de la Virgen a  Isabel, que llevaba en su seno al Precursor, “nos llama a acoger, a ser servidores unos de otros en el Señor, a crecer en humildad, hacia abajo, para ser exaltados”. Destacó que “los ancianos han mantenido su fidelidad a Jesucristo en su Iglesia durante tantos años” y son “un testimonio para los que vienen detrás”, que “les debemos estar agradecidos”, pues, por ellos, “somos lo que somos”.  Alentó a “saber tener paciencia, a cuidarlos. Exhortó a dar, en este día, “gracias a Dios por la vida, por los ancianos y su fidelidad”, y señaló que “el Señor sigue contando con ellos”.

Un miembro de la Delegación de Familia y Vida, dijo, en la monición de entrada, que “cada edad tiene su belleza y sus tareas” y que la palabra de Dios muestra una gran consideración por la edad avanzada, hasta el punto de que «la longevidad es interpretada como un signo de la benevolencia divina» (San Juan Pablo II).

En las Preces, se rogó por los familiares que acogen, en su casa, a sus mayores, para que sean conscientes de que eso agrada mucho al Señor; por las entidades y personas que trabajan y colaboran en la atención a las personas mayores,  y para que “los cuidados paliativos se extiendan a todos los que los necesitan”.

En las ofrendas, dos mujeres de Evangelium Vitae ofrecieron una cachava y una manta como símbolo de las “atenciones y el cuidado cariñoso que necesitan  nuestros mayores”.

En la acción de gracias, un miembro de Vida Ascendente expresó: “Que no olvidemos que nuestras oraciones son preciosas a los ojos de Dios; que nuestras limitaciones y sufrimientos, cuando los unimos a la Cruz de Cristo, tienen un valor inmenso y pueden salvar almas”, y dio gracias “por los que con sus atenciones y su amor misericordioso, hacen agradable la vida de los mayores y que se sientan amados y útiles (…)”. Tres sacerdotes bendijeron, individualmente, a los mayores. 

Al finalizar el acto, una mujer joven exultó: “Preciosa la celebración!!! Llena de alegría y de un gran cariño. La música y canciones han invitado al amor a Dios y al recogimiento (…).»

Josefa Romo

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